39. El Desastre de los Bandidos

“¿Qué tan dulce es la boca de este niño?” pensó con impotencia. “Qué mortífera.”

Incluso con el sonido de la fuerte brisa rozándolo y de las herraduras de los caballos golpeando sobre el suelo, Shen Yi todavía pudo notar que había algo mal dentro del carruaje. Apresuró su caballo para alcanzar a Gu Yun, empleando una mano para cubrirse el pecho e imitando la acción de tener nauseas, hizo una señal con sus ojos “¿qué vamos a hacer si ese hombre vomita?”.

Gu Yun mostró vagamente una sonrisa, claramente expresando su intención: “Que le sirva de lección, puede limpiarlo solo.”

La razón del viaje al sur de Gu Yun era debido a que la familia del Comandante Fu Zhi Cheng recientemente tuvo un gran funeral. La anciana madre del General Fu acababa de fallecer, él había presentado su solicitud para regresar su placa con el fin de regresar a casa y asistir al funeral de su madre, para expresar su piedad filial.

El “funeral” era, en realidad, simplemente una excusa que no estaba ni aquí ni allá, si asistía o no, no era de importancia; fácilmente podría inventarse una excusa para no asistir, pero los oficiales de alto rango en la frontera nunca lo habían hecho antes.

Si el Comandante regresaba a casa por unos cuantos años, ¿quién quedaría a cargo si una guerra estaba por estallar?

Además, en toda la Gran Liang, no había nadie que no supiera del pasado del General Fu como líder de unos bandidos. Fue el Viejo Marqués quien lo había derrotado por completo llevándolo a la rendición, más tarde fue reclutado dentro de los rangos militares oficiales.

En varias ocasiones, cuando tenía una audiencia con Su Majestad, ocasionalmente había sido incapaz de controlarse a sí mismo y había dejado salir una serie de groserías y maldiciones. No era alguien que pusiera atención particular a los modales.

El General Fu estaba claramente insatisfecho con la Orden de Percusión, combinado con la situación de las inundaciones en el sur ese año, él había elegido esta oportunidad puesto que la primera línea del sur había caído en un horrible caos, para abandonar su deber, amenazando a la corte imperial.

Sentado dentro del carruaje estaba el funcionario del Ministerio de Guerra, el Maestro Sun Jiao, un fiel partidario de la Orden de Percusión. El Emperador lo mandó como un supervisor imperial, para “apaciguar” al sujeto. Pero, inesperadamente, el Maestro Sun se había encogido de miedo, expresándole a Su Majestad mientras lloraba que él se había preparado completamente para sacrificarse por el país en este viaje y que, una vez que partiera, no habría retorno.

Su Majestad no tuvo otra opción más que enviar una orden de etiqueta dorada directo al noroeste, arrojando esta desastrosa situación y un lastre bueno-para-nada a Gu Yun.

Gu Yun había pasado todo el año agotándose, limpiando el trasero del Emperador, su temperamento no había sido bueno, no fue capaz de razonar con Su Majestad y solo podía atormentar al Maestro Sun desvergonzadamente.

En este momento, mientras pasaba convenientemente por Sichuan, Gu Yun había pedido a alguien escribir una carta a Chen Qing Xu, planeando encontrarse con ella ahí.

En años recientes, se había vuelto más y más consciente de la disminución en la efectividad de la medicina que el viejo doctor Chen le prescribió en el pasado. Antes, una dosis sería suficiente para mantenerlo durante cuatro o cinco días, pero en ese momento, había llegado al punto donde tenía que tomar la medicina cada dos días.

Mientras avanzaban por el camino oficial, Gu Yun había notado desde la distancia que había un hombre joven paseando a caballo al lado del camino. Al principio no le prestó atención, pero justo cuando pasaba por ahí, accidentalmente dio un vistazo al joven, encontrándose con la mirada del otro justo a tiempo.

Fue solo un vistazo. El corcel divino de Gu Yun ya había avanzado una gran distancia, no tuvo tiempo para reaccionar cuando ya había tirado instintivamente de las riendas.

El caballo dejó salir un largo relincho, sus pezuñas frontales se alzaron alto y luego aterrizaron de vuelta sobre el suelo, girando medio círculo. Gu Yun se detuvo, mirando al joven que le parecía demasiado familiar, pero al mismo tiempo no se atrevía a llamarlo en voz alta.

“¿Cómo puede ocurrir tal coincidencia?” pensó Gu Yun con vacilación. “¿Reconocí a la persona equivocada porque lo extrañaba demasiado?”

Shen Yi lo alcanzó: –¿Cómo…? ¡Oh!

El soldado del Campamento del Hierro Negro que seguía a Chang Geng finalmente regresó a la realidad, desmontó rápidamente y dijo: –¡Mariscal!

El caballo de Gu Yun parecía estar sorprendido, su pezuña frontal se levantó ligeramente, bufando con fuerza mientras su pata golpeaba el suelo.

Chang Geng estaba asustado en este momento, incluso si alguien fuera a lanzarlo dentro de una montaña de tranquilizante, todavía no sería suficiente para impedir que su corazón se estremeciera enormemente dentro de su pecho. Se sentó aturdido en su caballo por un momento; su mente en blanco, la lengua afilada que podía hacer florecer un loto ahora dio a luz a una flor tiránica, bloqueando todas sus palabras adentro.

Solo podía depender del instinto, revelando una tiesa sonrisa.

Gu Yun lo llamó en voz baja: –¿Chang Geng?

Esas dos palabras explotaron, estallando y resonando en los oídos de Chang Geng. Se frotó la nariz debido a lo embarazoso de su inhabilidad para tranquilizarse: –Coincidentemente viajé a Sichuan y me enteré por medio de la señorita Chen que yifu arribaría en estos dos días, había decidido descansar aquí por un tiempo. Qué oportuno, estaba yendo a dar un paseo y no esperaba ser capaz de encontrarme contigo aquí.

El pequeño soldado a su lado pensó anonadado: “Bañándose y cambiándose con ropas limpias, indicando el tiempo exacto y la ubicación cada día… ¿solo por un paseo?”

Miró atentamente al nada sorprendente caballo de Chang Geng, sospechando que había un corcel divino oculto bajo su exterior ordinario.

En este momento, la puerta se abrió de golpe, el Maestro Sun ignoró completamente la adorable escena de la reunión entre padre e hijo después de muchos años de separación, salió apresuradamente y luego vomitó.

El aliento sofocante de Chang Geng finalmente regresó de nuevo a su pecho. Alzó su cabeza y vio al oficial del Ministerio de Guerra que parecía una gallina enferma, preguntando con una voz gentil mientras pretendía sonar sorprendido: –¿Por qué? ¿Dije algo desagradable?

Gu Yun rio.

En los últimos años, a pesar de que estaba de alguna manera al tanto del paradero de Chang Geng, no esperaba que el chico se volviera así, parecía como si hubiera renacido de nuevo.

Gu Yun se olvidó momentáneamente de su separación llena de rabia de la última vez, de la persistente frustración, su guerra fría y su perseverancia para mandar personas a mantener un ojo sobre dónde se encontraba Chang Geng.

Estaba asombrado por ser capaz de reconocer a Chang Geng y detenerse a tiempo, porque el chico era en verdad diferente: cada uno de sus movimientos, su comportamiento, la sonrisa en su rostro, todo había cambiado.

El tiempo nuevamente se había contraído frente a sus ojos, Gu Yun calculó con sus dedos: “¿Cómo no podría cambiar? Ya han sido más de cuatro años.”

Shen Yi se acercó y sonrió: –¡Dios mío! El pequeño príncipe ya es… ¿aún me recuerda?

Chang Geng: –Saludos, General Shen.

Shen Yi dijo: –Si hubiera sido yo, no habría sido capaz de reconocerlo. Solo su yifu echándolo tanto de menos todos los días, siempre dará un vistazo más largo cuando ve a alguien que se parezca ligeramente a usted…

Gu Yun no pudo soportarlo más, lo interrumpió: –¿De dónde sacas tantas tonterías?

Shen Yi miró de aquí para allá, soltando una carcajada, luego procedió a acercar su caballo a donde se encontraba el Maestro Sun, inclinándose para regresarlo al carruaje. Extendió su brazo y agitó su mano en frente del hombre: –Maestro Sun, ¿todavía se encuentra bien? Resista un poco más, pronto llegaremos a la posada.

El Maestro Sun, recargado en el carruaje, jadeando pesadamente, se tensó rápidamente de nuevo.

Pero el Maestro Sun descubrió pronto que Chang Geng era su salvador. Desde el encuentro con Chang Geng en el camino, esos animales del Campamento del Hierro Negro habían pasado de correr a caminar, de forma tan casual como tomar un paseo de placer, incluso el sonido de los cascos de los caballos se había vuelto más suave.

Chang Geng guio al grupo de regreso a la posada. No había tantas habitaciones, incluso después de rentar todo el establecimiento, al menos dos personas debían compartir una habitación. Gu Yun dijo: –Yo me voy a con mi hijo, déjenle mi habitación individual al oficial Sun.

Sun Jiao dijo instintivamente con reluctancia: –No, no, ¿cómo podría atreverme a permitir que el Mariscal se rebaje…?

Shen Yi palmeó su hombro desde atrás, bajó su voz y le dijo a Sun Jiao: –Maestro, por favor solo acéptela, su humor ha mejorado desde que nos encontramos con Su Alteza, ¿o preferiría ver más su expresión de “estoy a punto de tomar tu miserable vida”?

Sun Jiao: –…

El sudor en las palmas de Chang Geng no había desaparecido. Varias veces en el camino hasta ahí, las riendas del caballo casi se le había resbalado de las manos. Era como si estuviera en estado de embriaguez. Entendía que debía mantenerse sobrio, pero no podía evitar ser indulgente con ello.

Antes de ver a Gu Yun, había estado titubeando entre “irse” o “quedarse”. Después de ver a Gu Yun, su mente se había quedado en blanco.

Gu Yun finalmente recordó su vieja deuda, tan pronto como entró en la habitación y cerró la puerta, su expresión se oscureció de inmediato: –Te has vuelto más y más irrespetuoso, el viejo mayordomo dice que no has regresado a la mansión ni una sola vez en los últimos cuatro años. La última vez que entré en el palacio a reportar, Su Majestad inclusive me lo preguntó directamente, ¿cómo se suponía que se lo explicara?

En el pasado, Chang Geng se sentiría nervioso cuando fuera que la expresión de Gu Yun se apagara ligeramente. Él, o admitiría sus errores al instante, o querría responderle. Después de no verlo durante tantos años, Chang Geng se sorprendió al descubrir que todo el pánico y las restricciones de su corazón habían desaparecido. Todas las emociones de Gu Yun, independientemente de si estaba enojado o feliz, Chang Geng no deseaba nada más que grabarlas en sus ojos.

Cuatro años atrás, había soportado un inmenso dolor, forzándose a sí mismo a mantener la compostura y diciéndole a Gu Yun: “La mansión no puede retenerme”.

Cuatro años después, miró a Gu Yun, revelando solo la cantidad justa de afecto: –Sin yifu ahí, no tenía sentido que regresara.

Gu Yun: –…

No fue capaz de permanecer enojado por más de tres oraciones. Después de escuchar esas palabras de Chang Geng, ya no pudo seguir manteniendo su expresión fría, su corazón de piedra se había suavizado hasta convertirse en un pedazo de algodón.

Gu Yun volcó su atención a la pequeña habitación, había unos cuantos libros de medicina en la mesa, tomó uno y lo hojeó casualmente: –¿Por qué estabas leyendo estos?

Chang Geng: –Seguí a la señorita Chen para aprender sobre medicina…

Gu Yun estaba sorprendido, pensando para sus adentros: “¿Le dijeron algo los del Pabellón Lin Yuan?”

Entones sonrió secretamente: primero que nada, sentía que este pensamiento suyo era más o menos sobrestimarse a sí mismo; y en segundo, la gente del Pabellón Lin Yuan no era para nada del tipo hablador.

Chang Geng: –Yo quería estar bien educado en medicina para ser capaz de cuidar bien de mi yifu en el futuro. Pero desafortunadamente, mi talento es limitado, solo sé lo básico.

Gu Yun: –…

“¿Qué tan dulce es la boca de este niño?” pensó con impotencia. “Qué mortífera.”

Después de tantos años de vigilar la Ruta de la Seda, el espíritu de Gu Yun que quería mostrar sus talentos para que todos lo vieran habían desaparecido poco a poco, semejando a un arma divina que había sido devuelta a su vaina. Los dos hombres no mencionaron la frustrante discusión de la última vez, en lugar de eso, se pusieron al día pacíficamente y se dijeron el uno al otro lo que habían visto durante esos últimos años.

Mientras hablaba, Chang Geng descubrió súbitamente que su costado se había quedado en silencio, reunió valor y giró su cabeza para echar un vistazo enseguida de él: la cama en la posada era bastante pequeña, la mitad del cuerpo de Gu Yun parecía estar colgando fuera de la cama, la cobija solo cubría una esquina de él, su pierna casi alcanzaba el final de la cama. Tenía una mano detrás de la cabeza, recostado en una postura para descansar por un momento, pero se había quedado dormido sin saberlo.

Chang Geng dejó de hablar instantáneamente, contempló atentamente el perfil de Gu Yun durante un largo tiempo en la oscuridad.

Alzó su mano, luego la retractó de nuevo. Después de repetirlo varias veces, sus dedos se quedaron suspendidos en el aire, vacilantes. No supo cuánto tiempo le tomó controlar su aliento tembloroso, entonces abrazó la cintura de Gu Yun con gentileza, tocándola tan suavemente como si estuviera limpiando el polvo, mientras susurraba: –Yifu, muévete un poco hacia el centro, estas a punto de caer de la cama.

Gu Yun fue despertado por él, pero había reconocido rápidamente dónde se encontraba en ese momento. Hizo un sonido de “mn” en respuesta, manteniendo los ojos cerrados, siguió la mano de Chang Geng y se movió al centro, murmurando en voz baja: –Quedándome dormido en medio de una charla… aun no estoy viejo pero el cuerpo ya se ha vuelto senil.

Chang Geng lo ayudó a arroparse y desabrochó la corona[1] de su cabello por él: –Es porque coloqué el tranquilizante enseguida de la almohada, también has viajado aprisa, duerme ahora.

Esta vez no hubo respuesta, en verdad cayó dormido.

El espacio en la cama era muy estrecho, cuando se murmuraba en voz baja, se creaba súbitamente la ilusión de un abrazo íntimo, Chang Geng casi inclina su cabeza y besa la sien de Gu Yun, como si hacer esto fuera naturalmente lo correcto.

No obstante, de inmediato se dio cuenta de la insolencia de su pensamiento, rápidamente se recostó de forma adecuada.

El tranquilizante pareció haber hecho efecto, Gu Yun estaba durmiendo sonoramente en un estado de relajación, pero parecía ser quisquilloso cuando se trataba de su efectividad. Para Chang Geng fue completamente inútil. Con Gu Yun acostado enseguida de él, cada que cerraba sus ojos, siempre sentía que eso era solo un sueño, no podía evitar abrir sus ojos de nuevo para confirmar que efectivamente era real.

Después de repetirlo varias veces, el pequeño rastro de somnolencia se había desvanecido sin dejar rastro, Chang Geng simplemente no durmió y contempló silenciosamente a Gu Yun, mirándolo durante toda la noche.

A la mañana siguiente, Chen Qing Xu arribó, primero usó al agonizante Maestro Sun como un ejemplo de enseñanza, luego se lo arrojó a Chang Geng para que jugara con… no, para que cuidara de él; y después fue a encontrarse con Gu Yun.

Chang Geng solo observó a su figura desde atrás mientras ella subía las escaleras. Su comportamiento no mostró ni un ligero indicio de cambiar, como si no sintiera nada de curiosidad.

Shen Yi estaba viendo los libros médicos de Chang Geng en la recámara de Gu Yun. La señorita Chen no preguntó acerca de los síntomas, primero le hizo un chequeo, luego dijo después de un rato: –¿Se ha debilitado la vista del Marqués en comparación con antes?

Gu Yun: –Se supone que debería haber tomado la medicina ayer, pero como quería que la señorita Chen me echara un vistazo, no bebí nada.

Chen Qing Xu permaneció absorta en sus pensamientos por un momento: –Ese año, cuando mi abuelo le prescribió esta medicina al Marqués, él debió haberle advertido que no es un antídoto. Me temo que no será capaz de durar mucho.

Gu Yun tampoco parecía sorprendido, solo preguntó: –¿Cuánto tiempo me queda?

Chen Qing Xu dijo con franqueza: –Si el Marqués puede contenerse de tomar la medicina a partir de ahora, podría ser capaz de funcionar por unos pocos años más.

–Me temo que eso no es posible, –dijo Gu Yun. –¿qué tal si incrementa la dosis o tal vez cambiarla por una nueva receta?

Chen Qing Xu aún no había tenido tiempo de responder cuando Shen Yi dijo solemnemente: –La medicina también contiene veneno, ya lo has tomado con diligencia, cambiar a un nuevo tipo de medicina solo significaría cambiar a un nuevo tipo de riesgo, no sería muy diferente a calmar la sed con agua envenenada, ¿o sí?

–Eso es correcto. –dijo Chen Qing Xu. –En la familia Chen nos hacemos llamar a nosotros mismos doctores, pero durante todos estos años, fuimos incapaces de encontrar una cura para los ojos y oídos del Mariscal, qué vergonzoso.

Gu Yun sonrió y dijo: –¿Qué está diciendo la señorita Chen? Soy yo quien le ha molestado a usted y a su familia.

Chen Qing Xu sacudió su cabeza: –Hemos estado encerrados en los Planos Centrales por demasiado tiempo, siempre asumiendo que los bárbaros eran ignorantes. Marqués, por favor deme un par de años más, pretendo dejar el país en estos días, quizás en una oportunidad, pueda encontrar una solución.

Gu Yun estaba sorprendido mientras escuchaba esto. Hizo un arreglo para encontrarse con la señorita Chen ahí en Sichuan, además de encontrar a alguien de la familia Chen para que confirmara su situación, él principalmente quería usar esta oportunidad para quedarse por dos días, dejando que ciertas personas supieran que iba en camino.

No requería que una joven dama como la señorita Chen resolviera el problema respecto al cual ni siquiera su abuelo fue capaz de hacer algo al respecto. Dijo rápidamente:

–Señorita Chen, usted no debe hacerlo. Estaré bien independientemente de si puedo o no ver y oír. Los bárbaros del norte y nuestro país han sido enemigos durante generaciones. Si arriesga su vida por este problema trivial mío, ¿cómo podría explicárselo a la familia Chen en el futuro?

Chen Qing Xu no respondió, solo tomó de su pequeña bolsa un panfleto escrito a mano: –Esta es una serie de procedimientos de acupuntura que yo misma he inventado y perfeccionado. Es inútil, pero podría aliviar el dolor de cabeza causado por la medicina. Su Alteza me ha seguido para estudiar acupuntura por un tiempo, él puede entenderlo.

Viendo el ceño fruncido de Gu Yun, Chen Qing Xu añadió: –No se lo dije, él llegó a la conclusión por sí mismo.

La expresión de Gu Yun cambió varias veces, luego finalmente suspiró, su cabeza ya había comenzado a dolerle.

Chen Qing Xu le hizo algunas recomendaciones en unas pocas sentencias, luego buscó un pincel y papel, escribiendo dos prescripciones para su alimentación: –Algo sigue siendo mejor que nada, me voy retirando, por favor cuídese Marqués.

–Espere, –Gu Yun la llamó en voz alta. –acerca de dejar el país, señorita Chen, por favor piénselo cuidadosamente.

Chen Qing Xu miró hacia atrás, hacia él, su rostro frío como el hielo reveló una pequeña y rara sonrisa.

–Esto no se debe completamente a la enfermedad del Marqués. Es solo que, en este mundo, hay ciertas cosas que uno debe completar. Permítame decir unas cuantas palabras presuntuosas, a pesar de que somos contados y nuestras habilidades son limitadas, nuestros corazones comparten los mismos deseos que el del Marqués.

“–Nací en la familia Chen, entré en el camino de Lin Yuan, ¿cómo podría atreverme a aferrarme a las sombras de mis ancestros y permanecer detrás de sus espaldas para el futuro que se aproxima? –dijo. –Marqués, señor, nos encontraremos de nuevo.

Después no esperó a que Gu Yun dijera nada más y caminó directamente escaleras abajo.

Chang Geng había aprendido modales en sus años viajando por el jianghu, se acercó y le dijo: –Señorita Chen, permítame acompañarla a la salida.

Chen Qing Xu agitó sus manos, luego dio un vistazo a su rostro. A pesar de que él era joven y fuerte, estaría bien incluso si perdía una noche de sueño, pero los trazos aun podían verse en su cara.

Chen Qing Xu: –¿Por qué? ¿No fue efectivo el tranquilizante?

Chang Geng sonrió con amargura: –Es mi propio problema.

Chen Qing Xu lo meditó: –Siempre le he dicho que mantenga la calma, pero la verdad es que yo desconozco qué es eso que hay en su corazón que no puede ser calmado, quizás es mejor decir que hacer: las personas no podemos evitar tener emociones y deseos. Si no puede contenerse, es mejor dejarlos fluir naturalmente con la corriente.

Chang Geng estaba sorprendido, puso mala cara involuntariamente, pensando para sí mismo: “¿Cómo puede este asunto ‘fluir con la corriente’?”

Después de dejar atrás la oración “dejarse llevar por el flujo de la naturaleza”, ella inmediatamente retomó su camino, dejando a Chang Geng en un estado de perplejidad durante todo el día.

Gu Yun se hospedó en la pequeña posada por dos días más. Sun Jiao quería moverse con rapidez, pero al recordar los días de caminos rocosos y la velocidad tan rápida como si volaran, provocando que cada intestino se volteara de arriba a abajo, no se atrevió a abrir su boca para apresurarlos.

Inesperadamente, mientras continuaban, poniéndose en movimiento de nuevo, Gu Yun había cambiado la velocidad que arriesgaba la vida de antes, con el Cuarto Príncipe como una nueva adición a su grupo, quien se pegaba al Mariscal Gu todo el día, se movían tan relajadamente como si pasearan en un paisaje primaveral. Ocasionalmente, incluso se unirían a los grupos de comerciantes que regresaban del norte.

En la Frontera Sur, las personas nacían por naturaleza duras y fuertes, los bandidos estaban desenfrenados. La misión del oficial Sun de “apaciguar al súbdito” era, en realidad, simplemente una excusa. Pretendía usar el poder del Marqués del Orden para conseguir evidencia de Fu Zhi Cheng: aunque era un oficial de la corte imperial, aun así, confabuló con los bandidos de las montañas; para usar a la Frontera Sur como un punto de ruptura para convocar la primera Orden de Percusión.

Pero desde su llegada a Sichuan, Gu Yun había hecho varios retrasos en el viaje. Los territorios de Fu Zhi Chen abarcaban desde Sichuan hasta la frontera, el cabeza de serpiente ya podría estar al tanto de su paradero, ¿cómo se suponía que lo iban a atrapar con la guardia baja?

Esta vez el Maestro Sun ya no sentía nauseas, sino que estaba tan ansioso que su sangre burbujeaba en su interior.

Shen Yi dijo silenciosamente a Gu Yun: –Ofendes a los justos, pero no puedes ofender a los malvados, ya lo has molestado lo suficiente. Sé cuidadoso o de otra forma te pintará bajo una mala luz cuando regrese a la corte imperial.

Gu Yun sonrió.

Viendo su sonrisa indiferente, no pudo evitar querer desatarse en un largo discurso, pero inesperadamente, Gu Yun susurró: –Ni los justos ni los malvados son el problema.

Shen Yi respondió con frustración: –Causar desastres es el problema.

Gu Yun no le prestó atención, reprimiendo su voz en un tono un poco más bajo: –Esa persona es el problema… Es lo mejor para mí no jugar bien con el Ministerio de Guerra, ¿no lo entiendes?

Shen Yi quedó atónito durante un largo tiempo, luego suspiró y no dijo nada más.

¿Cuándo comenzó a entender cómo leer entre líneas el siempre tan orgulloso Mariscal Gu?

Gu Yun: –Ya no te escucharé más a ti, la vieja sirvienta, iré a buscar a mi hijo.

Después de decir esto, hizo avanzar a su caballo, ignorando por completo a Shen Yi.

Shen Yi: –…

Sintió que los dos se estaban volviendo más y más nauseabundos.

Las áreas del sur tenían verdes colinas a ambos lados, no había mucha diferencia entre otoño e invierno. El paisaje permanecía exuberante, con un pequeño sendero ventoso en el medio, curvándose con la forma de la montaña, uno no podía figurarse dónde terminaba a la distancia.

Gu Yun, con fusta en mano, como si dirigiera un país, le explicó casualmente a Chang Geng: –Aquellos de nosotros quienes pertenecemos a la milicia siempre nos llenamos de ansiedad cuando sea que estamos de frente a ubicaciones como esta, si el otro lado ha montado una emboscada, marchando directamente dentro, solo podemos ser derrotados: incluso en el territorio de la Gran Liang, esos lugares generalmente les resultan muy fáciles de tomar a los bandidos…

Su última palabra todavía no había terminado, pero ya podían oír los sonidos agudos de la señal de un silbato desde lejos.

Shen Yi dijo cansinamente: –Mariscal, ¿eres un cuervo negro en forma humana?

Referencias

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1 No es una corona como las de los reyes europeos, se refiere más bien a una especie de horquilla que usaban los hombres en la antigua china para recogerse el cabello en un tocado alto.

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