28. Jiangnan

Chang Geng pensó que podía mantenerse bajo control, pero una vez más se sobrestimó a sí mismo: justo como él no esperaba que Gu Yun en realidad viajara hasta Jiangnan para encontrarlo.

Shen Yi: –¿Qué?

Gu Yun: –Voy a viajar a Jiangnan.

Shen Yi gritó: –¡Ouch!… Ah, mi mandíbula acaba de caer hasta mis pies, eso duele… ¿estás loco? El comandante de la fuerza defensiva del Noroeste está dejando su deber para viajar a Jiangnan en secreto, ¿estás buscando la muerte o quieres rebelarte?

Gu Yun respondió con calma: –Hoy hemos eliminado a esos bandidos del desierto, por lo menos durante de tres o cinco meses, este lugar debería ser capaz de permanecer en paz. Con la velocidad del Águila Negra, solo tomará uno o dos días llegar a Jiangnan, no me retrasaré mucho, después de encontrarlo, volveré de inmediato.

Shen Yi ya había inhalado profundamente, listo para darle un largo y elocuente argumento, pero antes de que pudiera salir, Gu Yun había golpeado la parte inferior de su abdomen con su codo.

Shen Yi chilló mientras se inclinaba hacia el frente: –¡Todavía no he dicho nada!

Gu Yun: –Solo previniendo el problema antes de que ocurra.

Esa noche, trece jinetes de Caballería Negra capturaron al líder de los bandidos y sus subordinados, quienes había estado ocultándose durante un largo tiempo en las profundidades del desierto, después de muchos días de enfrentarse contra ellos. Gu Yun escuchó el reporte y dio una orden breve: –Encarcélenlos. –Pero no descansó para nada después, sino que se preparó para partir de inmediato esa misma noche.

El príncipe de Lou Lan, Ban E Dou, ya había preparado el festín y los vinos, esperando para darle al Campamento del Hierro Negro una gran recepción. Pero mientras llegaba, solo vio a Gu Yun poniéndose un traje de armadura de Águila Negra con irritación.

La nación de Lou Lan estaba ubicada en la entrada de la Ruta de la Seda: eran los hijos del desierto y siempre habían albergado un gran odio por los bandidos desenfrenados. Con el tiempo, se habían convertido en la mejor guía para el Campamento del Hierro, asistiéndolos para eliminar a todos los bandidos del desierto. La relación entre ambos bandos era excelente.

La gente de Lou Lan sobresalía en el canto y la danza, y amaba especialmente el buen vino. Hombres y mujeres, ambos eran “demonios de vino”, y su príncipe era el más grande demonio de vino entre todos ellos.

Las estrategias impredecibles del Mariscal Gu o su incomparable destreza en las artes marciales, el príncipe simplemente no les ponía mucha atención. Solo la habilidad de Gu Yun para usar el fuerte alcohol para aplacar su sed en lugar de agua pudo hacer que Ban E Dou lo elogiara constantemente, se había autoproclamado como un “compañero de tragos” del Mariscal Gu y lo trataba con gran dedicación y responsabilidad.

El tono de la voz de Ban E Dou era similar al de un cantante del desierto, le preguntó a Gu Yun: –Mariscal Gu, ¿cómo es que se está moviendo tan rápidamente como las nubes al final del cielo? ¿Está usted persiguiendo a la dama del ocaso?

Shen Yi: –…

“¿Qué tipo de mujer es la dama del ocaso? ¿Es roja y redonda?”

Gu Yun: –Voy a asesinar a alguien.

–¡Oh! –Ban E Dou, cargando dos jarras de vino, quedó estupefacto por un momento; luego preguntó bruscamente: –¿Asesinando incluso a más? ¿No acaba de terminar?

–¿No toma usted su cena si ya ha desayunado? –gritó Gu Yun con un furioso instinto asesino. –¡A un lado!

Unas cuantas unidades de Águilas Negras aparecieron como sombras, la punta de sus pies tocó ligeramente el suelo y siguieron por detrás a Gu Yun. En un parpadeo, el remolino negro pasó arrasando sin dejar rastro, solo el resto de vapor blanco con forma de un circulo hipnótico podía verse en el aire.

Ban E Dou miró a su figura desde abajo con admiración y preguntó a Shen Yi: –¿El Mariscal debe asesinar personas tres veces al día?

Shen Yi agitó su mano, haciéndole señas para que se acercara, y le susurró en el oído: –Alguien engañó a su hijo para que huyera de casa.

Bao E Dou se apretó el pecho: –¡Oh, debe ser la dama de la luna llena!

Shen Yi: –…no, él solo tiene la cabeza de una luna llena.

Después de dejar al príncipe sintiendo dolor en la parte posterior de su cabeza, Shen Yi se alejó caminando con grandes preocupaciones pesando sobre él. Después de dos pasos, su expresión cambió de repente: “Oh, no, Gu Yun se fue con mucha prisa, ¿recordó llevar la medicina con él?”

 

Jiangnan dio la bienvenida a Gu Yun, quien estaba cubierto de polvo y arena, con humedad y una llovizna. No se detuvo a descansar durante mucho tiempo, sino que inmediatamente marchó hacia la residencia Ying Tian del fiscal[1] Yao Zhen.

Acorde a la identidad de Gu Yun, él no debería tener ninguna relación con los oficiales locales de Jiangnan. Esta cuestión, en realidad, tenía una conexión con algunos viejos asuntos:

Cuando Gu Yun tenía quince años de edad y siguió al ejército para eliminar a los bandidos por primera vez en su vida, rescató a varios desafortunados rehenes que fueron capturados por los bandidos: Yao Zhen, que fue perjudicado por otros y terminó despedido de su puesto ese año, era uno de esos rehenes. Más tarde, Yao Zhen tuvo la oportunidad para recuperarse y tomó la posición de un jefe fiscal, su relación con el Marqués del Orden solo podía ser considerada como la de un conocido, algo casual y sin involucrar beneficios personales, pero de alguna forma, esta conexión continuaba manteniéndose hasta el día de hoy.

Casualmente, justo ese día el Maestro Yao tenía el día libre, durmiendo hasta que el sol estuvo alto en el cielo y todavía negándose a levantarse. Mientras escuchaba al sirviente reportándole, estaba completamente sorprendido.

Yao Zhen: –¿Quién dijo que era?

El sirviente dijo: –Dijo que su apellido era Gu, Gu Zi Xi.

–Gu Zi Xi, –Yao Zhen se frotó los ojos y dijo: –¿el Marqués del Orden, Gu Zi Xi? ¡En ese caso yo soy el primer asistente de la corte imperial!… ¿crees esta clase de estafador? ¡Haz que se vaya!

El sirviente respondió y estaba a punto de retirarse.

–¡Espera! –Yao Zhen se sentó, sosteniendo su cobija, meditó por un momento. –…espera, iré a verlo por mí mismo.

Fue bendecido súbitamente con un momentáneo trazo de genialidad. De alguna manera, sintió que dejar su deber podría ser algo que Gu Yun haría.

 

En ese momento, el monje que casualmente se hospedaba en la residencia del fiscal no tenía idea de la gran catástrofe que estaba a punto de caer sobre su cabeza.

Era un hombre increíblemente ahorrativo.

Una simple moneda tenía que dividirse en dos partes para ser gastada. Si había un templo ruinoso y dañado que pudiera servir para alojarse, no podría un pie en una posada. La comida de cada día consistía en verduras en conserva, una buena comida debía depender de la donación: comúnmente conocido como mendigar.

Él mismo no gastaba dinero, tampoco permitiría a Chang Geng y a los demás gastar el suyo. Afortunadamente, los tres jóvenes fueron capaces de soportar el trabajo duro, siguiéndolo para vivir la dura vida de un vagabundo sin hogar día a día.

La ruta de Liao Ran era bastante aleatoria. A veces, guiaba a Chang Geng a aventurarse en cada camino estrecho y calle en la ciudad. En ocasiones deambularían a lo largo de los campos sin ningún propósito, recibiendo raciones donadas ya fueran buenas o malas. Ellos se habían instalado en la casa de un generoso oficial de gobierno y también en casa de una familia de campesinos ordinaria. En resumen, ellos aceptarían lo que fuera que pudieran recibir.

En una ocasión, resultó que se estaban quedando en la casa de un anciano viudo sin hijos. Cuando vio que al hombre ya no le quedaba nada más para comer, no solo no pidió una ración, sino que incluso también le dio al hombre algo de dinero a cambio.

«Inclusive en la paz y la prosperidad, pueden existir aquellos que mueren de hambre y frio; e incluso en un mundo turbulento, aún puede haber gloria y esplendor.» A través del mercado del pueblo, él señaló a Chang Geng:

«La “Moral del Mundo”[2] debe dividirse en dos: “Moral” es hacia dónde debe dirigirse el corazón. “Mundo” es un simple grano de arroz entre mil familias, una pieza de ladrillo en un millar de ciudades.»

Chang Geng: –El Maestro debe ser alguien que ya se encuentra más allá de este reino, pero cuando habla acerca del mundo normal, aún tiene una visión clara y lógica.

La cabeza de Chang Geng casi era más alta que la del monje, la juventud distintiva en la voz del adolescente se había desvanecido por completo. Su tono era más profundo ahora, su patrón de habla no era ni lento ni rápido, sonaba muy equilibrado.

Solía favorecer la tranquilidad, se ponía intranquilo donde fuera que hubiera una multitud. Siempre sintió que nunca podría estar cómodo cuando trataba con extraños puesto que no sabía qué decir. Pero, sin darse cuenta, había comenzado a adquirir la habilidad para tratar cualquier sitio al que fuera como un paseo casual en un patio vacío.

Quizás porque había cortado sus propios medios para retroceder, algo de indisposición y reluctancia en su corazón naturalmente se convirtieron en asuntos triviales.

Liao Ran sonrió y expresó con calma: «Si el monje no comprende el mundo, ¿cómo puede atreverse a decir que está fuera de este reino?»

El monje nació naturalmente con un rostro muy engañoso: cuando se limpiaba a consciencia, parecía un maestro que estaba más allá de este mundo; si no lo hacía durante unos días, luciría como un santo sagrado. Su cabeza calva reflejaba la vasta luz de Buda, sus ojos siempre contenían un extenso estanque de agua purificadora para todos los seres vivos: si fuera más generoso cuando se trataba de unas cuantas monedas, que eran solo cosas materiales, entonces Chang Geng y los demás realmente tendrían que admitir que él era en verdad un maestro altamente educado.

Repentinamente, Cao Niang Zi lo interrumpió en voz baja: –Deberíamos dejar de hablar acerca de este tema, hermano mayor Chang Geng, ¿notaste que muchas personas nos están mirando?

Su grupo: hay un monje, un gentil joven maestro, el rechoncho hijo de una casa rica e incluso una niña pequeña; a pesar de ser delicada y hermosa, había algo que parece bastante extraño acerca de ella. Ellos podían ser muy llamativos a la vista cuando caminaban juntos. Ya se habían acostumbrado desde hace mucho a que otros los señalaran, Chang Geng ya no era tan sensible a los ojos de los transeúntes.

Pero en esta ocasión, los espectadores alrededor de ellos parecían ser demasiados.

Las personas al lado del camino se detuvieron a verlos y no solo lo hacían, sino que incluso los señalaban e intercambiaban algo secretamente entre ellos.

Ge Pang Xiao dijo: –Siento que algo está por ocurrir.

Chang Geng: –Tienes razón.

Como el más alto de los cuatro, Chang Geng observó a través de la muchedumbre y vio un cartel clavado en la torre de la ciudad no muy lejos. La imagen mostraba un retrato realista de un hermoso monje de cabeza calva, con una nota escrita debajo:

“Este hombre está disfrazando como un maestro del Templo Hu Guo, embaucando y abduciendo, no hay un solo acto miserable que no haya cometido. Buscando por este medio, la recompensa será de diez monedas de plata para cada individuo que lo reporte.”

–Maestro Liao Ran, –dijo Chang Geng. –usted vale diez monedas de plata.

El Maestro Liao Ran estaba aturdido, se quedó quieto en su lugar como una hermosa estatua de piedra.

–Seguramente mi yifu recibió una carta del tío Wang y mandó a su gente a causarle problemas. –los ojos de Chang Geng contemplaron a la multitud que comenzó a cargar hacia las “diez monedas de plata”. Dijo: –Mis disculpas, será mejor que tomemos caminos separados.

Liao Ran indicó con rapidez: «Amitabha, Su Alteza, por favor no olvide su promesa en la casa de té.»

Luego el monje corrió como si sus pies estuvieran cubiertos de aceite, tan inmóvil como una estatua cuando estaba quieto y tan ligero como el viento cuando estaba en movimiento.

En el mercado, las personas que esperaban atrapar las “diez monedas de plata” vieron que habían afectado indirectamente el gran esquema de las cosas. Decidieron abandonar toda precaución y gritaron “¡Asqueroso monje!” y “¡Estafador!”, luego atacaron desde todas direcciones.

Ge Pang Xiao: –Mi padre solía hacer lo mismo cuando cazaba conejos en la montaña.

Chang Geng y Cao Niang Zi lo observaron.

Ge Pang Xiao dijo: –Si tomas un palo y gritas, asustando al conejo, este perderá su dirección y correrá directo en la red por sí mismo… Ah, es cierto.

El Maestro Liao Ran, por supuesto, tenía más astucia que un conejo y no entró en pánico. Entendió con rapidez la estructura del mercado del pueblo, dando vuelta rápidamente a izquierda y derecha, su figura convirtiéndose en una imagen residual. Nadie sabía cómo lo calculó, pero de alguna manera las personas que lo perseguían desde todas direcciones terminaron en una sola línea.

En ese momento, no lejos de ellos, se escuchó un grito de “¡Apártense!”. Viéndolo más de cerca, era un equipo de oficiales y hombres apresurándose hacia el frente, quizás ya habían recibido la orden de arrestar personas.

Chang Geng pensó: “Como era de esperarse, Gu Yun encontró a alguien para hacer todo esto.”

Se sintió reconfortado, pero al mismo tiempo, también sintió que su buen humor estaba menguando un poco.

Su único consuelo era que Gu Yun, incluso lejos en el Noroeste, se negaba a dejarlo a defenderse por sí mismo. A pesar de que esta forma de llevar a cabo las cosas era un poco malvada, aun así, su corazón continuaba dirigiéndose hacia él.

Al mismo tiempo, sintió que había involucrado al Maestro Liao Ran en esto. En adición, esa persona no regresó a la mansión incluso durante el Año Nuevo. ¿Por qué razón debería extender su alcance así de lejos?

Cao Niang Zi sujetó su manga: –Hermano mayor, ¿qué deberíamos hacer?

Chang Geng regresó de su tren de pensamientos complicados y, después de calcular un poco, metió la mano en su propia bolsa, tomó un puñado de monedas de plata y las arrojó en dirección a la multitud: –¡Atrapen el dinero!

Era una fortuna que el Maestro Liao Ran hubiera huido, de otra forma, se habría consternado al punto de que el cabello le creciera de nuevo.

Las personas que estaban persiguiendo al monje fueron golpeadas súbitamente por un puñado de plata y quedaron atontadas al instante, su primer instinto fue recogerlas. Algunos otros escucharon que había dinero real e inmediatamente se rindieron ante el objetivo del mismo precio que en ese momento se encontraba huyendo lejos a favor de recoger el verdadero asunto, convenientemente bloqueando los caminos de los oficiales y hombres que estaban detrás. En un parpadeo, Liao Ran había desaparecido.

Chang Geng sonrió: –También nosotros nos vamos.

Después de eso, tomó la iniciativa y penetró entre la muchedumbre, preparándose para desaparecer de ese lugar sin dejar rastro. Pero un tren de cascos de caballo resonó repentinamente desde el otro lado de la estrecha calle, parecían estar justo a tiempo para acorralarlos. Si su propósito no era buscar pelea, entonces era arrestar personas.

Ge Pang Xiao sugirió: –Hermano mayor, deberíamos usar el camino pequeño.

–No, –dijo Cao Niang Zi. –solo debemos quedarnos quietos y esperar.

Los cascos que se aproximaban se detuvieron a la entrada del mercado, unos cuantos hombres que parecían venir de la milicia se alinearon en una fila. Una persona se movió al frente en el medio… la persona a quien Chang Geng reconocería incluso si se convertía en cenizas…

Chang Geng se quedó pasmado, no esperaba que el Mariscal Gu viniera todo el camino desde el noroeste para arrestarlo.

Gu Yun ya había pensado detenidamente esto en el camino hacia ahí. El desollaría a ese Liao Ran primero, luego tomaría a Chang Geng de regreso para darle una paliza.

Un árbol pequeño se torcería si no era enderezado adecuadamente. Él sentía que era demasiado consentidor con este niño. El método de paternidad del anterior Emperador simplemente no funcionaba, debió haber seguido el método del Viejo Marqués cara de hierro.

Sin embargo, la llama de enojo ardiendo dentro de él se extinguió de repente al ver a Chang Geng.

Gu Yun, sentado en su caballo, casi no pudo reconocer a Chang Geng.

Los adolescentes cambian cada día. Antes, en el pueblo de Yanhui, como Chang Geng estaba siempre bajo sus narices, su crecimiento diario no era de todo evidente. Solo podía decir que se estaba volviendo más alto porque el largo de sus pantalones se hacía más corto. Pero como estuvieron separados todo ese año, los cambios acumulados de Chang Geng repentinamente transformaron al adolescente en alguien irreconocible.

Su cabeza ya había alcanzado la alta figura de Gu Yun, su una vez delgada carne había comenzada a tener semejanza a un adulto. La expresión incrédula en su rostro solo destelló por un momento, fue inmediatamente cubierta por recientemente aprendida calma.

Gu Yun dejó a su caballo caminar en el mismo sitio por un momento, pensando para sí mismo con una expresión en blanco: “Ya no lo puedo golpear.”

No es que no pudiera, pero dado que Chang Geng ya era un hombre, si usaba un castigo dirigido a niños pequeños, no sería una lección sino una humillación.

Año tras año, no había diferencia para Gu Yun: el tiempo corría, sin alegrías y sin significado.

Pero en ese momento, sintió de pronto la crueldad del tiempo. Solo parpadeó una vez, pero su pequeño Chang Geng había crecido aprisa. Todos los días que había perdido, nunca podría ser capaz de compensarlos.

Gu Yun finalmente se percató de que Chang Geng tenía quince casi dieciséis. En otros tres o cuatro años, se mudaría a la mansión de Yan Bei Wang y dejaría la protección de sus alas. ¿Cuál era el concepto de tres o cuatro años? Quizás para él era suficiente regresar a la capital al menos una vez, entonces, ¿todo lo que quedaba en su destino era solo una reunión más?

Después de un año, el Mariscal Gu, con el corazón del tamaño de un tazón, finalmente reaccionó.

Desmontó de su caballo, caminó directo hacia Chang Geng y dijo tranquilamente con una expresión oscura: –Sígueme.

La mirada de Chang Geng no había dejado su rostro, no podía soportar apartar la mirada ni siquiera unos centímetros. Gu Yun todavía tenía una herida poco profunda en su cuello, viniendo directo desde el desierto del noroeste, aún no había tenido tiempo para sanar. Chang Geng luchó para encontrar su propia voz: –Yifu, ¿por qué has venido?

Gu Yun resopló fríamente y caminó malhumorado fuera del mercado.

“Incluso su forma de hablar ha cambiado por completo”, pensó con tristeza, como si acabara de perder algo.

Los hombres y oficiales que seguían a Gu Yun corrieron hacia él: –Gran Mariscal, ese monje ha huido, ¿continuaremos persiguiéndole?

–Persíganlo. –accedió Gu Yun. –Coloquen el letrero de “se busca” por toda la ciudad, ¡pésquelo de vuelta incluso si salta al mar!

Oficiales y soldados: –¡Entendido!

Cao Niang Zi tiró secretamente de la manga de Ge Pang Xiao. Sentía que, en esta situación, era difícil para los dos incluso protegerse a sí mismos. No tenía opción más que sacudir su cabeza con impotencia, esperando que el Maestro Liao Ran rezara por su cuenta por más bendiciones.

Chang Geng y los otros siguieron a Gu Yun a la mansión del fiscal, el Maestro Yao. El Maestro Yao tenía estas palabras de adulación preparadas para saludar a los altamente estimados huéspedes, trajo a sus sirvientes con él para darles la bienvenida a la puerta: –Su Cuarta Alteza ha venido a esta humilde casa mía, ¡es en verdad mi mayor honor! Por favor, adelante, su súbdito ha preparado un festín de vinos y platillos para Su Alteza.

Él apenas si terminó su oración, pero Gu Yun ya había mostrado una expresión similar a la del Rey del Infierno. Una sentencia estaba claramente escrita en ella: “Festín, ¿cuál festín? Tan solo déjalo morir de hambre.”

Durante toda la noche, Gu Yun no podía imaginarse una forma adecuada para hablar con Chang Geng. Permaneció solo en su habitación, bebiendo copa tras copa del vino de Lou Lan que había traído consigo. Después de un rato, alguien llamó a su puerta.

Gu Yun: –Adelante.

Chang Geng empujó la puerta suavemente y caminó al interior: –Yifu.

Gu Yun no dijo nada, su expresión insondable.

Chang Geng se volvió para cerrar la puerta y bajó ligeramente su cabeza como si mirar a Gu Yun durante mucho tiempo hiciera que su fuerza se disipara.

Chang Geng: –Yifu, te he extrañado mucho.

Gu Yun permaneció en silencio por un momento y luego finalmente suspiró: –Ven aquí, déjame verte.

Chang Geng se acercó obedientemente. Un extraño aroma a alcohol envolvía a Gu Yun, era un poco dulce, parecía ser un tipo de vino de la Región Occidental. Colgando de sus hombros estaba la fría y dura armadura de hierro que no había sido cambiada durante años. Chang Geng pensó que podía mantenerse bajo control, pero una vez más se sobrestimó a sí mismo: justo como él no esperaba que Gu Yun en realidad viajara hasta Jiangnan para encontrarlo.

Dio un suspiro de alivio y corrió directo a abrazar a Gu Yun.

NOTA ADICIONAL

Jiangnan geográficamente:

Fuente: Wikipedia.

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