16. Nubes de Tormenta

Gu Yun no se sentía ofendido en lo más mínimo, estalló en risa, todo su ser despedía un aura arrogante y salvaje de “ni viento furioso ni lluvia tormentosa pueden afectarme”.

Si uno deseaba discutir estas complejas relaciones, primero debía empezar por el anterior Emperador.

El previo Emperador pasó su vida a lomos de un caballo, había conseguido grandes logros tanto políticos como militares, una leyenda rara vez vista a lo largo de la historia. El hombre había llevado a la Gran Liang a su cenit, como el sol a mediodía, ningún país extranjero se atrevería a ofenderlo. En adición, también fue el fundador tanto del Instituto Ling Shu como del Campamento del Hierro Negro.

Era una lástima que este brillante y sabio Emperador estuviera destinado a una vida solitaria. Durante su reinado, tuvo cuatro Emperatrices, pero ninguna fue capaz de vivir mucho tiempo. Tuvo tres hijos y dos hijas en total, cuatro de los cuales vieron a los más jóvenes morir antes que ellos.

Cuando el anterior Emperador falleció, el único niño que quedaba era la Primera Princesa, quién se casó a temprana edad.

Decía la leyenda que, cuando la princesa tenía entre dieciséis y diecisiete años de edad, fue infectada con una grave enfermedad que casi toma su vida. Por fortuna, ella ya tenía un acuerdo de matrimonio con el padre de Gu Yun. El monje del templo Hu Guo encendió una vela por la longevidad de la princesa y le aconsejó que debía casarse pronto. Fiel a esas palabras, después de ser desposada por el Marqués, la enfermedad de la princesa había mejorado lentamente.

Desde este punto de vista, parecía que el hecho de que los príncipes y princesas anteriores fallecieran uno tras otro a temprana edad se debía en parte al destino del anterior Emperador contrarrestando el de ellos.

El anterior Emperador, quien había perdido a todas sus esposas e hijos, en su momento final decidió dejar el Campamento del Hierro Negro, y el más vital poder militar a su más amada princesa y a su esposo, pero la nación de la Gran Liang no podía cambiar su apellido, el próximo Emperador tenía que ser adoptado de una rama diferente.

La razón por la que el actual Emperador: Su Majestad Yuan He, fue capaz de entronarse exitosamente ese año fue en gran parte gracias a la asistencia de la Primera Princesa.

El Emperador Yuan He albergaba gran afecto hacia ella. Hasta que falleció, él siempre se había referido respetosamente hacia ella como “tía” y llevó a su único hijo, Gu Yun, dentro del palacio para cuidarlo. Él le otorgó personalmente el nombre de “Zi Xi”, había dicho repetidamente a los oficiales y magistrados: “Zi Xi es como mi hermano pequeño”, y ordenó a los Príncipes dirigirse a él como “tío Real” cuando se encontrarán en privado.

“Tío” o “tía” eran títulos meramente falsos, no del todo importantes, lo que importaba era que las fuerzas militares de la Gran Liang, bajo el directo control del Marqués del Orden, se erguían detrás del pequeño Gu Yun en ese año.

La antigua facción del Marqués anterior todavía estaba ahí.  Si algo fuese a ocurrirle a Gu Yun en las manos del Emperador Yuan He: si Su Majestad podría continuar sentándose tranquilamente en el trono o no, estaba aún por discutirse.

Tomando ventaja de que Gu Yun aún era joven, el Emperador Yuan He había pasado esos diez años debilitando la antigua facción del Marqués del Orden: el Campamento del Hierro Negro casi dejó de existir bajo esta táctica encubierta.

Es una lástima que los planes humanos no puedan compararse a los de Dios. Las defensas de la frontera en la Región Occidental cayeron en una situación apretada y los enemigos extranjeros estaban invadiendo. Habían mandado a tres mariscales en total, pero si no eran viejos, eran “buenos para nada”. La Gran Liang, ya acostumbrada a cantar y bailar en paz, parecía preferir la pluma antes que la espada.

Por lo tanto, la corte imperial no podía encontrar una sola persona que pudiera tomar un arma.

El Instituto Ling Shu, que había estado en silencio por muchos años, de repente presentó su solicitud para la reconstrucción del Campamento del Hierro Negro.

La chatarra que había sido opacada por el Emperador durante diez años y que estaba al borde de la muerte, al final, no murió: en las manos de Gu Yun, fue regresada a la vida.

Los sentimientos de Gu Yun hacia Su Majestad eran muy complicados.

Por un lado, después de las muertes del Marqués anterior y la Primera Princesa, fue Su Majestad quien lo crio. El Emperador Yuan He le había dado la calidez que nunca recibió de sus propios padres.

La Princesa no era el tipo de mujer que se quedaba escondida en casa, sino una que podía emplear un arma. Solo por ser capaz de mantenerse viva hasta que fue capaz de contraer matrimonio, y no perder su vida por la solitaria estrella de su padre, era ya suficiente para que fuera vista como una verdadera heroína.

Gu Yun nació con dos padres: no sabía cuál era el concepto de una madre amable y gentil. Esta pareja poco confiable lo había llevado al campo de batalla en la Frontera Norte incluso antes de que aprendiera adecuadamente cómo caminar, pasando su infancia comiendo viento y arena para crecer. Pequeñas briznas de gentileza y mimos, elegancia y refinamiento, podría decirse que todo eso provenía del Emperador Yuan He.

Por otro lado, el Emperador Yuan He era una persona con una mentalidad bastante débil. Cuando era un hombre joven, su debilidad y titubeos podrían ser reluctantemente descritos como “ser compasivo y benevolente”. Después de que se volvió más viejo, esto se había convertido por completo en “decrépito e incompetente”.

Cada día, el anciano no consideraría cómo fortalecer el país y expandir su territorio, sino que solo estaría preocupado acerca de su propio derecho al trono. Si no estaba utilizando su autoridad para balancear a sus súbditos, entonces reprimiría a Gu Yun, usando nuevos y diferentes trucos para desalentar a todo el personal militar.

Por un lado, estaba completamente protegido, por el otro, estaba completamente obstaculizado y retenido. Gu Yun estaba atrapado en medio de esos dos tipos de “completamente”, prefería ir a comer arena a la frontera en lugar de eso.

Shen Yi dijo con un significado más profundo: –Algo bueno en exceso puede ser malo, Gran Mariscal, la gente de tiempos antiguos solía decir “incluso los grandes logros no deben amenazar al de arriba”. Ya has derrotado a todos los enemigos a los cuatro lados… entonces ¿debería ser el siguiente paso rebelarse? Por supuesto, sabemos que no albergas tales pensamientos, pero no hay forma de decir qué es lo que podría pensar la mente del Emperador.

Gu Yun dijo con indiferencia: –Se me fue otorgado el título de “Orden”, eso es, pelear para mantener el orden de la Gran Liang, los demás asuntos no están bajo mi control.

Shen Yi abrió su boca.

Gu Yun lo cortó: –Ya sé qué es lo que quieres advertirme, no tienes que decirlo.

Los dos habían sido compañeros durante muchos años, solo una mirada era suficiente para vincular sus pensamientos. Este dialogo podría sonar confuso. Shen Yi no estaba, por supuesto, intentado discutir sobre el actual Emperador con Gu Yun. El Emperador estaba enfermo y también era de edad avanzada, en esta ocasión había convocado a Gu Yun de regreso a la capital de manera urgente; eso era suficiente para entrever que pronto tendría que irse al cielo.

A lo que se refería era, por supuesto, al nuevo Emperador en el futuro.

Sin contar a Chang Geng, quien se perdió, el Emperador tuvo dos hijos. El Príncipe Heredero, Li Feng, era una persona confiable y tranquila, se había familiarizado con los libros y las escrituras desde su infancia. No obstante, su filosofía era muy similar a la de su padre y también favorecía lo literario sobre lo militar, no aprobaba la expansión del ejército y el fortalecimiento de las fuerzas armadas. Creía que esto afectaría la buena voluntad de los cielos y el sustento de la gente.

Por el contrario, el Segundo Príncipe, Wei Wang, era extremadamente ambicioso, había entrado una vez a los rangos militares y estaba deseoso de expandir su territorio.

Y para los oficiales militares como ellos, estaba claro quién era la mejor elección entre los dos.

La expresión de Gu Yun se oscureció.

Shen Yi sabía que lo correcto en ese momento era cerrar su boca, pero al mismo tiempo no pudo evitar decir: –Mariscal, mientras muestres la más ligera señal, incluso si es solo una aquiescencia[1]

Gu Yun lo observó: su mirada parecía contener dos Cortavientos colmados de intención asesina. El corazón de Shen Yi se apretó súbitamente, su voz murió en su garganta.

Gu Yun recitó estrictamente cada palabra con fuerza: –Después de llegar a la capital, las tres facciones del Campamento del Hierro Negro permanecerán en espera afuera de las Nueve Puertas. Aquel que se atreva a tomar ventaja de la frágil condición de Su Majestad para su beneficio personal será ejecutado en el acto no importa quién sea. Shen Ji Ping, ¿he sido claro?

El rostro de Shen Yi palideció por un segundo. Después de un largo tiempo, susurró: –…sí.

Ambos permanecieron en silencio por un momento. La expresión de Gu Yun se aligeró paulatinamente, de repente dijo: –Esto no estaba dirigido hacia ti.

Shen Yi sonrió reticentemente.

–El décimo tercer año de Yuan He… fue el año más doloroso que he vivido, la Primera Princesa y el Viejo Marqués, ambos se habían ido, tú también habías regresado con la familia Shen. En ese momento estaba casi ciego y mis oídos ya no podían oír bien.

Gu Yun murmuró: –Había una fuerte nevada fuera ese día… era increíblemente frío, yo estaba aferrándome a la espada del Viejo Marqués, escondido detrás de la puerta, indispuesto a permitir que nadie se acercara.

“–Fue el Emperador que llevó a Su Alteza el Tercer Príncipe y vino tranquilamente a mi casa. Era el supremo gobernante de una nación, pero todavía se quedó de pie en la nieve durante media hora antes de que pudiera convencerme de salir de mi habitación. Escribió en mi palma para comunicarse… e incluso les dijo a los guardias que hicieran dos muñecos de nieve para nosotros.

“–El Tercer Príncipe… A Yan, era un año menor que yo y era tímido como una niñita, siempre sonriendo, no se enojaba sin importar que tan bastardo fuera…

La voz de Gu Yun se detuvo.

El Tercer Príncipe había muerto a los nueve años de edad.

Shen Yi: –Su Majestad era un hombre compasivo, difícil de encontrar.

Desafortunadamente, el amor y la compasión no hacen a un buen Emperador.

Gu Yun no continuó, levantó la mirada y contempló a Chang Geng montando en su caballo desde lo lejos, Chang Geng inclinó su cabeza y dijo algo a Ge Pang Xiao, sentado en el carro. La cabeza redonda e inocente del niño se asomó desde el interior, riendo y sonriendo mientras respondía.

Chang Geng pudo sentir algo a sus espaldas, miró hacia atrás y atrapó la mirada de Gu Yun sobre él. La expresión del chico se volvió incomoda de pronto y se dio la vuelta con irritación.

Gu Yun dijo: –La apariencia de este niño es justo como la de su madre bárbara. Pero su personalidad es más como la de Su Majestad. Si A Yan hubiera sido capaz de crecer sano y salvo, tal vez hubiera sido así.

Shen Yi cerró su boca, consciente de que cualquier cosa que dijera sería inútil.

Chang Geng no podía escuchar lo que Gu Yun y Shen Yi estaban diciendo, pero siempre sintió que sus sonrisas daban la impresión de que los estaban mirando desde arriba, como espinas pinchándole la espalda. Después de un rato, no pudo evitar dar un vistazo a Gu Yun y descubrir que en realidad estaba acercándose.

“¿Aún no termina?”

Chang Geng no quería hablar con él en lo absoluto. De inmediato instó su caballo y corrió hacia delante. Inesperadamente cabalgó un poco muy lejos y accidentalmente llegó cerca del carro que estaba escoltando al prisionero príncipe bárbaro.

Los ojos del Príncipe del Lobo Celestial eran como herrumbre penetrándolo desde el interior, el resentimiento grabado profundamente en sus huesos hasta la médula. Chang Geng sintió una incómoda sensación tan pronto como captó su mirada, haló las riendas, intentando alejarse de él.

Nadie esperaba que, en ese momento, la mirada “devoradora de hombres” del príncipe bárbaro pasara de Chang Geng y se concentrara en alguien detrás. Él sonrió de repente: –Gu Yun, las almas de cientos y millones de fallecidos están mirándote.

Su voz parecía una pieza de hierro oxidado raspando contra un plato de porcelana, impregnada de un aura demoniaca, causando que a uno se le pusieran todos los pelos de punta. El caballo de Chang Geng dejó salir un relincho alterado y luego dio unos pasos hacia adelante en pánico.

–Las almas que aún persisten de nuestras tribus te están mirando, las armaduras de hierro destruidas bajo los túmulos funerarios te están mirando, ja ja ja… El poder infinito de Chang Sheng Tian te conferirá malos presagios interminables, serás dividido en pedazos bajo la hoja de nuestra tribu, tu alma será desgarrada por miles y miles de demonios después de tu muerte, nunca podrás liberarte…

El rostro distorsionado del príncipe bárbaro y los labios cubiertos de sangre de Xiu Niang de pronto se sobrepusieron. Chang Geng sintió que todo su cuerpo, desde la cabeza hasta los pies, era sumergido en una caverna de hielo. Dejó salir un gemido e inmediatamente trató de alcanzar la espada colgando a su lado, con intención cortarle la cabeza a ese bárbaro.

Pero antes de que la espada pudiera ser desenvainada por completo, una mano ya la había empujado casualmente de vuelta.

Gu Yun ya había acercado su caballo a su lado, dio un vistazo impacientemente al príncipe bárbaro que estaba hablando como si estuviera poseído: –¿Por qué no guarda Su Alteza algo de su “poder infinito” para bendecir a sus tribus con la fuerza para convertirse en una nación dominante, con diez mil años de longevidad?

Después, Gu Yun tiró de las riendas del caballo de Chang Geng antes de que terminara de hablar, inclinó su cabeza para mirar al chico de rostro pálido a su lado y sonrió. –¿En verdad crees eso? Oye, esa gente es experta en asustar niños. En ese aspecto, han superado a la Gran Liang por al menos más de diez años… ¿qué es tan interesante de los prisioneros? Vete, ve a jugar por allá.

Chang Geng: –Pero él se atrevió a decirte esa clase de cosas…

Gu Yun no se sentía ofendido en lo más mínimo, estalló en risa, todo su ser despedía un aura arrogante y salvaje de “ni viento furioso ni lluvia tormentosa pueden afectarme”.

El ceño fruncido de Chang Geng todavía no se relajaba. De alguna manera estaba irritado al principio, pero eventualmente, mientras el aire helado que lo rodeaba comenzaba a derretirse y desvanecerse con la risa despreocupada de Gu Yun… esas palabras súbitamente se volvieron bastante risibles.

Una pequeña idea se alzó de pronto en el interior de Chang Geng por primera vez. Pensó seriamente para sí:

“¿Por qué debería estar asustado? ¿Simplemente voy a volverme un demente porque el Hueso de la Impureza me obliga a serlo?”

En esta larga marcha, el miedo y sufrimiento en el corazón de Chang Geng se fueron calmando paulatinamente en medio de las Armaduras de Hierro a su alrededor. Él era como una pequeña semilla, solo un poco más de luz solar y podría elevarse de nuevo.

En un abrir y cerrar de ojos, ya habían llegado a la Capital Imperial.

Cuando las puertas del palacio se abrieron a ambos lados, incluso las Águilas Negras volando en lo alto tuvieron que arrodillarse sobre el suelo para mostrar respeto.

Gu Yun agarró la espalda de Chang Geng: –No lo pienses demasiado, vamos a reunirnos con tu Padre Real.

Chang Geng fue empujado por él y, cuando realmente captó un vistazo del hombre anciano en la cama, a duras penas podía vincular a esa figura enferma y marchita con el término “Emperador”.

Era tan viejo, su cabello gris era similar a un manojo de hilos de plata secos, su piel era apergaminada, parecía extremadamente frágil y pálido, sus delgados labios temblaron ligeramente y miró a Gu Yun con dificultad.

Los pasos de Gu Yun hicieron una pausa momentáneamente, aunque casi de forma imperceptible. Chang Geng era perspicaz y pudo percibir como él tomaba aliento profundamente, pero cuando miró atrás, el rostro de Gu Yun se encontraba nuevamente desprovisto de emociones.

–Su Majestad, su súbdito no ha deshonrado su misión. –dijo Gu Yun. –He traído a Su Alteza el Cuarto Príncipe de regreso por usted.

Los ojos del Emperador Yuan He se volvieron lentamente hacia Chang Geng. Todo el cuerpo de Chang Geng se paralizó y por un momento quiso regresar, podía sentir que la mirada del anciano en la cama contenía un largo gancho que se clavaba en el flujo del tiempo: como si el hombre no lo estuviese mirando del todo, sino a alguien más a través de él.

No obstante, dado que Gu Yun lo empujaba por detrás, no pudo si no más que dar dos pasos hacia el frente.

Gu Yun le susurró al oído: –Arrodíllate.

Chang Geng se arrodilló como le dijo y vio dos líneas de lágrimas corriendo desde los marchitos y turbios ojos del Emperador Yuan He, fluyendo a través de las arrugas en las esquinas de sus ojos, escurriendo.

Chang Geng escuchó a Gu Yun murmurar: –Llámalo “Padre Real”.

Referencias

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1 Aquiescencia: aprobación, autorización, consentimiento.

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